Un 1º de octubre de 2011 llegábamos a Alemania. Recuerdo que nos fue a buscar al aeropuerto un chofer de origen sirio, que cuando le contamos que éramos argentinos, lo primero que dijo fue: - Menem! Ya pasaron 3 años desde ese primer día. Al principio me daba "vergüenza" tomar el tranvía. Pensaba que los que viajaban se iban a dar cuenta de que era una recién llegada. Hoy me acuerdo de estos momentos y me causa gracia. Ni hablar de las veces que dije JA ( sí en alemán) a cosas que no entendía.
Si tuviera que escribir y poner en palabras todo lo que vivimos, sería imposible. Vivir en otro país te cambia, te frustra, te alegra, te desafía. Te hace extrañar y por momentos te hace tan fuerte que no extrañás. Te hace aprender cosas nuevas, desaprender lo que creés que sabías.
Para vivir en otro país no podés procesar todo a través de tu propia cultura. No podés pensar que lo que vos sabés es lo mejor y no hay otra forma de hacerlo. No podés estar acá y allá al mismo tiempo. Tenés que aceptar y recibir con los brazos abiertos lo nuevo. No digo que sea fácil. Más de una vez me sentí totalmente avasallada, perdida, confundida. Fueron varias veces que lloré de incertidumbre y preguntandome si valía la pena.
Sin embargo, creo que vivir en Alemania es una experiencia que Dios puso en nuestras vidas. No creo en las casualidades ni en el azar y mucho menos creo en la "buena suerte".
Acá estamos…
vinimos solos, y nos iremos de a 3.
vinimos llenos de expectativas, nos iremos llenos de recuerdos.
vinimos sin conocer a nadie, nos iremos con amigos que valen oro.
Y si, porque los días que nos quedan en este país son contados y sabíamos que solo eran 3 años.
Cuál es el próximo paso? Ya pronto lo sabremos. Lo que si sabemos con seguridad es que la aventura continúa!!!
Les comparto esta frase que me encantó y que resume lo que siento en estos momentos: "Donde quiera que te encuentres, está por completo allí".
Si les gusta pueden bajarla e imprimirla acá!
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